Aun con la legaña puesta comenzamos a repartir material, y cruzamos el túnel, de ahí un corto paseo junto a la vía del tren, en una mañana de aspecto vigorizante que iba a desarrollarse algo más vociferante.
Lo cierto es que pensábamos estar solos pero pronto descubrimos que estaríamos acompañados por una pareja singular.
Comenzamos la ascensión, un tramo de IV, que nos pareció algo más, pero bueno, mi criterio es bastante subjetivo. De ahí a la primera reunión, cómoda y confortable como ninguna, hubiéramos pasado allí el día, a la sombra de un techo que se mostraba amenazador.
A partir de aquí surgieron los pequeños problemas, soplaba el viento y costaba oírse, además de pasar, yo sobre todo, ciertos apuros con el uso de los estribos que nos ralentizó la ascensión.
A partir de este paso, lo cierto es que la vía se convierte en muy asequible y realmente se puede disfrutar.
La salida, al llegar a la repisa principal donde acaban la mayoría de las vías, y descendiendo en rapel por la Original.
Tras una mañana de apriete, una buena comida en el Albergue de Morata y al fin salimos de dudas, entre los compañeros que escalaban junto a nosotros, encontramos a un clásico de la escalada aragonesa, Ángel López –Cintero- con el que mantuvimos una larga sobremesa junto a su acompañante ese día, Chón, muy interesante y clarificadora.
L. Larios
Preparando material.
Camino a las paredes negras.
Primer largo.
En la primera reunión.
Vistas.
Camino del rappel.
En el rappel.
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